¡¡¡Lo vendo barato oye!!! El valor de mis servicios

Horas llevo sentada delante de mi ordenador con lápiz y papel intentando dar valor a mis servicios. Es difícil sobre todo cuando a lo largo de mi trayectoria profesional no he tenido que hacer nada de esto. Mi valor venía dado por un contrato laboral y posteriormente una nómina. Mis servicios según mi formación y mi experiencia, valían lo que valían. Pero ahora los tengo que valorar yo y llevo haciendo dibujos en el papel eso, horas..

tax-468440_1280 Antes me pagaban por funciones y actividades, ahora ya no soy técnica de tal o de cual, ahora soy una profesional que satisface necesidades de una clientela que necesita que yo, realice para ellos algo que no pueden o no tienen tiempo de hacer por si solos. En este proceso me dejo detrás mi paquete, ya no soy un todo, ahora soy una variedad. Como todo en la vida, para valorar, hay que saber que es lo que se valora. Por tanto podríamos empezar haciendo un listado de habilidades, capacidades y actitudes de tal manera que luego podamos transformarlas en funciones, éstas en actividades y después en servicios. Toca comprobar que pueden satisfacer las necesidades del cliente. ¿se corresponden?, ¿encajan con sus expectativas? ¡Perfecto! ¡Bingo!

Ahora viene lo duro, lo trabajoso, lo imperfecto….Ponerle precio a lo que hacemos.

Tenemos un temor reverencial al: «¿Me estaré quedando corta?» o al «Si bajo los precios ¿tendré más clientes?» o al «¿Estaré en la media de lo que se considera un buen profesional para poder pedir este precio por mis servicios?» Nos subestimamos (obstáculos a la creatividad). safe-369521_1280 Nuestra primera reacción es bajar los precios. Ventajas tiene pocas, inconvenientes muchos.  El valor que aporta el servicio es el primer criterio de decisión de un cliente. En nuestros hábitos de compra, No siempre vamos a comer al sitio más barato, ni a comprar siempre el electrodoméstico más barato. Cuando una persona realiza la compra de un bien espera siempre el Valor que de éste pueda recibir, por tanto el precio no es la primera o más importante opción a tener en cuenta.

El problema viene cuando hacemos lo mismo que la competencia. Si es percibido por el cliente como tal, se irá a la oferta más barata. Por eso es necesario  diferenciarse, destacar y especializarse, para que vengan a nosotros como las abejas a la miel, ser diferentes a los demás en algo que de verdad importa al cliente. Tener claro qué clientela es la que podría solicitar nuestros servicios, sería lo más adecuado. Una opción viable podría ser aspirar a clientes con mayor poder adquisitivo. Se preocupan menos por el precio, e incluso prefieren que sea así, ya que los perciben como de mayor calidad.

Lo importante ahora son los costes de realización del servicio. La tendencia es poner precios a ciegas, sin saber realmente qué margen obtenemos o cuántas ventas debemos alcanzar para conseguir los resultados que deseamos. Costes como:

  • Material
  • Suministros: Luz, Internet..
  • Desplazamientos
  • Impuestos
  • Seguridad social
  • Y otros

Son necesarios para poner en pie el servicio.

  • Además y esto es lo más importante, tendremos que tener en cuenta las horas de dedicación y la dificultad de la labor a realizar (también hay que valorarlas)
  • Y por supuesto es importante saber en que intervalos de precio se mueve la competencia

Si sabemos cuánto me cuesta realizar el servicio, el precio tendrá que ser aquel que cubra costes y genere mis beneficios, ¿El doble quizás?, esa una cuestión subjetiva, depende de nuestro criterio, el precio de la competencia, el valor que quiere el cliente obtener… Luego se podrán utilizar Estrategias de precios, desde psicológicos hasta de penetración durante unos días, pero siempre siempre teniendo en cuenta los gastos para la realización del servicio. A partir de ahí es necesario actuar, sabiendo que los miedos están  y que a pesar de ellos hay que seguir avanzando.